El periodismo escrito es un género literario. Anteriormente, no existían escuelas de
periodismo, se formaban periodistas con el día a día en las salas de redacción,
talleres de imprenta, fiestas, en la calle… el periódico se fabricaba generando
opiniones en un ambiente de
participación, donde solo se buscaba informar al lector sin equívocos; el
trabajo conllevaba a una amistad dejando poco margen para la vida privada,
tampoco existían las juntas de redacción institucional pero diariamente, sin
convocatoria previa, a las cinco de la tarde todo el personal hacia una pausa
para tomar café, formando una tertulia abierta donde discutían en caliente los
temas de cada sección y se daban los toques finales para la edición del día
siguiente.
Aquellas eran las cátedras diarias e intensas que formaban a unos verdaderos periodistas, los que se
aburrían de hablar siempre de lo mismo cada día, era porque querían o creían
ser periodistas pero en realidad no lo eran. Noticia, crónica y reportajes y
notas editoriales eran las tres grandes secciones del periódico, siendo la
editorial la sección más delicada y de gran prestigio, el cargo más desvalido
era el de reportero.
La misma practica del oficio
imponía la necesidad a los periodistas de formar una buena base cultural, y el
mismo ambiente de trabajo la fomentaba; en la expansión del dicho oficio y la
adaptación de las nuevas tecnologías hicieron que desapareciera este método
sencillo y al mismo tiempo intenso de enseñar periodismo.
Ahora su nombre es Ciencias en la Comunicación o Comunicación Social,
los jóvenes salen ilusionados de las academias donde estudiaron para alcanzar
dicho título, pero parecen desvinculados de la realidad y sus problemas
vitales, sin creatividad, ni práctica, tienen problemas de gramática y
ortografía y dificultad para analizar problemas. No entienden que la mejor
noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da
mejor. No se entiende como el esplendor
tecnológico que fue tan anhelado, haya servido para agravar la agonía
cotidiana de la hora del cierre.
El trabajo de periodismo requiere más tiempo, más investigación, más
reflexión, y un dominio del arte de escribir. Es la construcción minuciosa y
verídica del hecho, es decir, la noticia completa, tal como sucedió para que el
lector lo conozca y hasta la sienta, como si hubiera estado en el lugar. Otro
culpable en este gran drama es: la grabadora, el oficio se hacía bien con la
libreta, una ética a toda prueba y un par de oídos que los reporteros
utilizaban para escuchar lo que nos decían. La grabadora oye pero no escucha.
Laura Barrera
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