Vale quien
había iniciado el juego se reprochaba día a día el haber comenzado aquella conversación
primera, se había imaginado rosas y boda pero no tenía nada más que soledad y
dolor por haber sido ensañada. Resulta que Paolo había vuelto, dando explicaciones
falsas y justificaciones estúpidas Vale no dudo en perdonarlo; volvió la ilusión,
las rosas y la boda… todo en su mente.
Salían de
fiesta, a trotar, el iba a saludarla en el trabajo y la llevaba a casa de sus
amigos ¿se oye bien? Pues no todo estaba bien, las fiestas y las salidas eran esporádicas,
todo cuando Paolo decía, cuando Paolo quería y si Vale se atrevía a quejarse,
pasaban semanas sin hablar. En este plan ya había pasado un año. Hasta que Vale
se canso, salía con otros chicos, con sus amigas y si Paolo se antojaba de
salir, ella accedía sin titubear. El seguía siendo el príncipe de sus sueños.
Quizás Paolo
salía con otras chicas pero Vale no lo sabía y no quería saberlo, ella también salía
con otros pero él nunca se enteraba, alguna que otra vez le llegaban diciendo
que la habían visto por ahí, ella era más conocida que él en la ciudad pero
todo se borraba cuando estaban juntos, era como un universo paralelo. Pasión,
ternura, molestia y ternura era una explosión de sentimientos cada segundo que
estaban cerca.
Ella,
extrovertida, amiguera, de mal carácter y dramática. Él, introvertido, de pocos
amigos, sincero y tranquilo. Buscaban estar juntos de maneras diferentes, Vale
le gritaba que quería que fuesen novios o no seguiría, el decía que le daban
miedo los compromisos pero que no lo dejara. Todo era confusión, pelas y
sentimientos muy fuertes. Ellos hablaban por un mes y dejaban de hablar por dos
semanas, la inestabilidad era quien mandaba.
Vale se sentía cansada, harta de no
ser novia de ese hombre que la volvía loca, aunque se trataban como tal.
Laura Barrera
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