En Venezuela, la política se ha convertido en un verdadero espectáculo de
payasos, magos, malabaristas y hasta animales… en general un circo; a pesar de trajes elegantes, discursos
estudiados y un mal manejo del dinero de nuestro país, los llamados “políticos”
se han encargado de armar cuanto partido político se les ocurre, de donde
parten esas personas llamadas ‘activistas políticos’ que no son más que jóvenes
adiestrados para continuar el show o crear trucos nuevos.
¿Payasos? Cuando se paran horas y
horas a hablar de cómo mejorar el país, pero sin trabajar, ¿Magos? Cuando
esperan que se acabe la delincuencia o la pobreza pero desde la comodidad de
una tarima rodeada de guardaespaldas y comida, ¿Malabaristas? Con el dinero de
los venezolanos… y ¿Animales? Cuando el presidente y/o sus súbitos insultan a
ciudadanos y a nuestro propio país.
“El
circo socialista” y “El circo del progreso”, dos bandos, dos show
diferentes, dos maneras de ver al país pero a fin de cuentas son dos visiones
políticas que buscan lo mismo, el poder. Los diversos partidos políticos solo
son pequeñas sedes con jóvenes (payasitos) trabajadores que se creen el cuento
de que llegaran lejos y serán reconocidos, lo que no saben es que a la larga
cuando sean unos veteranos serán iguales a esos que tanto criticaron.
Es entonces cuando el público duda
¿El mejor el circo será el que me haga reír más? ¿O el que tenga los mejores
trucos? De aquí parte la razón de la existencia de los números activistas de
partidos diferentes... y mientras nos entretienen con sus innovadores inventos
y excusas divertidas, el hambre, el hampa y las terribles fallas en los
servicios públicos siguen gobernando al país.
Pero
el circo no estaría completo sin periodistas
que lo den a conocer, y aquí quiero detenerme porque es la parte más
importante de todo el entretenimiento, periodistas que se prestan y hasta se
entrenan para formar parte del show, son personas que no merecen ejercer.
Cuando un periodista de inclina
hacia un partido en especifico y le hace propaganda, no se convierte en
activista pero pasa a ser un colaborador importante, dando a conocer sus circos y payasos.
Por otra parte, mientras que en la
gran carpa el mandatario ensaya sus próximos movimientos y disfruta viendo el
desespero del circo opositor. Paralelamente el circo opositor busca cualquier
detalle que muestre algún error del “circo socialista”. Y en tanto, los periodistas
afectos o no a dichos partidos, esperan sigilosos cualquier cosa relevante para
hacerlo saber al público.
Mismos payasos, mismos trucos;
mismos políticos, mismos discursos. Que interesante seria conocer un circo
nuevo con ideas, perspectivas y una nueva forma de trabajar. Una fusión de
discursos aunados con acciones, un manejo del capital adecuado, una iniciativa de crear empleos y castigar
la inseguridad.
Laura Barrera
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